jueves, 19 de julio de 2007


Fotografía de una soledad

Estaba en una cornisa de una ciudad, que se abría ante mi vista que miraba exageradamente cada detalle. Aves en vuelo, sueños que se mezclaban en mis pensamientos como andariveles uniendo la lejanía, la distancia con las palabras, con el aroma de flores; con el juego de cartas en una mesa que podía ver en la distancia. Salude a los enfermos a los solitarios a los mendigos y a las mujeres hermosas divinas, que se paseaban por cada rincón, ¿pregunte?, mil veces, ¿tu estabas llamando a mi teléfono?, y nadie dijo nada, la ciudad y sus mundos guardaron silencio y lo escuche. La mujer del kiosco era un retrato un retrato vivo de los años; sus revista eran pan era el pan de su boca silenciosa, como la ciudad y sus rincones. Mientras en una ventana, dos hermosas hermanas hija de un marino ausente se regalaban flores, se regalaban ¿y tu no estabas?; no estaba en mis ojos, habías desaparecido. Tu sensación que me hacia cambiar el dial de una radio antigua, como el volar palomas. Ahora allí sobre las calles elevadas los negocios, el olor a comida a sazón, a caldo, olores de frutas de una estación olvidada, de una estación perdida en el tiempo. ¿Cómo tu?, y volví a preguntar si te han visto y rieron, rieron los diarios de calles, rieron los envases en las estantería y los lugareños se marcharon se marcharon. Mientras mi visión se perdía sobre la cornisa de esta ciudad y sus mundos. Una música original vibraba en mi ser, como antes, como ayer; estaba de nuevo en la ciudad, parecía un recién nacido, la alegría me brotaba como las semillas de girasoles que llevaba en mi bolsillo. ¿y tu no estabas?, me preguntaba por que no estabas en esos momentos, por que nunca estabas en esos momentos en los momentos donde mi corazón latía, latía a mas revoluciones que mi pensamiento, que mis palabras que a veces no son tan exactas no son precisas como cuando las hablo en tu presencia en tu mirada esquiva. ¿y tu sonríes?; patrañas son solo estupidez, son solo tus trancas de chico mimado, de un ser que no sabe como entenderte y sobre la ciudad sobre este lugar sonrió, sonrió nuevamente vuelvo a sonreír, como risa vuelvo a llorar con mi llanto y soy yo por fin a quien buscabas, pero ¿tu no estabas?, los libro no me decían nada, ni la vieja serpiente que alguna vez fue brujo y los caballos continuaban el apiñadero amarrados, en el poste de madera donde se escribió y se escribe todo los años, miles de números. Es un tótem lo recuerdas, es una gruta donde están los buenos deseo donde mis labios encuentren tus labios, como cuando mis ojos encontraron los tuyo en un tierno atardecer. Simplemente así, el sol se esconde en su cama y la luna se viste de etiqueta para saludar las estrellas, los cometas se despiertan en mis ojos, en la ciudad abandonada de tu alegría de tu risa de tu piel…

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