martes, 24 de julio de 2007

Quince Poemas de un Poemario


Quince Poemas de un Poemario

El marino y el amanecer traían en sus olas la muerte
Aquella muerte lejana
Sentía que su palpitar
Su sentimiento se quebraría mientras las aguas azotaban
Las rocas ese sentimiento la raíz de su ser
Estuvo en la noche en la noche
Donde se amanece
Donde parece que se tienen todas las cartas, los arcanos
Y la felicidad en sus manos
El día esta nublado y baja la luna y sus hemisferios
En sus ojos, ojos de roca ojos moldeados para ir al frente
Estaban callados perdidos en su caminar
En su cúpula de amaneceres perdidos
Los peces eran sombrero
Las gaviotas eran sus alas
Donde viaja el pensamiento
En un kiosco la calle saluda en silencio sus zapatos
Los gritos de pescado en el muelle
Se diluyen en una ciudad que despierta
Los perros vagabundos sujetan las barandas
Del demoledor tiempo
Él soñaba el jugaba a no sentir a no soñar
Y sus zapatos se perdieron en unas calles desoladas
Detuvo sus pies
En un bar de mala muerte
Donde el borracho se en borracho
Sin saber sin sentir
Se dejo arrastrar al mundo de la desolación
En algún lugar
Las mujeres se regalaban a la felicidad
El pidió una botella y sus mensajes
Sus mensajes
Que estaban sumergidos en el mosto
En la cepa del vino tinto
La música jugaba en los pies de la barra
Se mezclaban con las habitaciones de prostitutas
De noche de día y sus risas pululantes
Destapo la botella
Bebió sus mensajes
Y la marea detonaba en el ayer
De la ciudad que despierta
En los antiguos muebles de mármol y lavatorios del puerto






Bebió en silencio río a ratos
Y solo pensaba en los hastíos en los buques lejanos
Que se habían ido con su felicidad
Las caricias de las hermanas después de darse un regalo
No bastaba para alegrar su corazón
La calle desierta fue poco a poco sintió la vida
Vida que se renovaba a cada paso
A cada suspiro en los halitos de vida
Salio del bar fue a su pasión
El mar el frío mar
Que era un elefante blanco
Un elefante salvaje sin domar
Por el ni por nadie
Saludo a sus pares
Que limpiaban la abundancia de sus botes
Que luego deleitarían algún plato
Prendió su pipa de sátira
De divertido sabor
Y tomo las anclas oxidadas esa noche regresaría
A los mares
A los mares
Y colgar la nostalgia en el olvido
En el vuelo las gaviotas palomares
Hablaban de los misterios del mar
Y los peces en los baldes
Descifraban las profundidades en sus entrañas
Crustáceos algas de hondonada
Se mecían en sus digestiones
El viento soplo de invierno
Y las nubes bajaron las aguas
En un lugar del puerto
El patrono y su mirada
Fija, su mirada divina
Oraba por sus almas
Que jugaban con su vida
En cada lanchón que se mecía mar adentro
Con las redes y sus carnadas
Balanceándose en la economía de sus hogares
Donde sus mujeres
Aguerridas costureras arpilleritas y madres
Esperaban los días
En ansioso desamparo en anuncios
Que a veces no eran de buen augurio
!! Se hundió otra lancha ¡¡
Era el eco de madrugada
Cuando los jefes de hogar se echaban al mar
Sin saber de regresar y sus desafiantes miradas
Se mezclaban con su pasión
Y destino aventurero

Media tarde en la bahía
Las sirenas de los barcos se callan en el muelle
Y los perros vagabundos pululan en las esquinas
Esquivan a los perseguidores
Y se hunden en los escondiste
Las prostitutas despiertas de sus noches
Con sopas de caldillo
Y una música andina despereza a los jubilados
Que dan las últimas migas de pan
A las palomas que volaron de su juventud
Para caminar en sus destinos
Allí va el vagabundo
Y sus ropas malolientes
Bajando la avenida San Martín
En sueños se despiertan bellos pasajes de Biblia
Mientras de una ventana
Una mujer grita
Que no había engañado a Ernesto
Con su amigo hermano del alma
Lloraba con penas pero mantenía una risa malintencionada
Que se mezclaba con su llanto
Los niños salían de sus aulas
Y los dulces de la betty la mujer solterona
Y cansada del mismo viento
Vendía sus mercancías
Con los cantantes de moda
Con las películas de acción
Oliendo a fritura de berlines con azúcar
El pequeño pero despierto jacinto
Escribía unas sentidas líneas en su cuaderno de notas
Después que la mujer de sus sueños
La maestra de buena figura
Le calzara dos rojos en su composición
Y en el asiento trasero de un micro abandonada
Estaba el corazón de celestina dibuja con su nombre
Nadie lo sabía menos ese amor platónico
Que se repetía año a año
Como el estribillo
De una canción del cantante de las calles
En las salas en cada rincón del majestuoso puerto
Que abría sus verdades
Al poeta enamorado de la palabra
Al bebedor enamorado del alcohol de botellas
A medio servir
Desde un sartén un pescado frito chirriaba en el aceite
Barato del almacén
Para posar en el estomago vació
De augusto el vendedor callejero
Que tenía los pies musculosos como sus extremidades
Por subir atlético cada cerro
Que conocía más que su oficio de 30 años
Y un cristo doliente en una iglesia llamaba a los fieles a perdonarse
A sanar sus almas en su imagen
Así esa media tarde el marino se contenía de destinos
Preparando los espineles para ir mar adentro
En busca del sustento en el mar violento
Y el sol de tibio calor se mecía en el cielo
Turbulento que era la luz en ese día en ese día
Que terminaría con el sol en el ocaso.

El marino cansado se refugio en la habitación
En la habitación de la nostalgia
En la que soñaba con la caricia perdida.

Se sumergió en un sueño de campanas
En un sueño de ecos de su mente
Se veía en los arrozales
De la antigua china
Con su bolsa de semillas sobre tierra descansada
De su calzado se abría la luz en sus surcos de huellas
Y las semillas pequeñas eran grandes monumentos
Que cargaban las esperanzas de una naturaleza perdida
En los rincones de su alma
La canción de china moldeaba sus músicas
En su andar por el arrozal
Sus pies de sembradores serpenteaban como amanecer
En sus pupilas la esperanza se mezclaba con el orgullo
Y su soledad parecía un vació de hambre en la panza
Que en su tiempo no había saciado.

En el cielo el arrebol era música de celeste tono
Y sus frágiles manos surcaban la tierra era china
China antigua en sus sueños
Son perfumes vivientes en su mente de infante
En su mente que cambia con los días
Su mente suspira su mente controla
Al parecer los días de su propia esperanza
Q late como un vendaval por su cuerpo dormido

La brisa del mar moja los rostros
Y un festival de ritmos se paseaba por las calles iluminadas
Baile de mascaras y música ajena se introducían por sus oídos
Como cascadas alegóricas el vendedor de algodones
Y los martillos carpinteros paraban su golpetear
De madrugada para vestir la noche
Las carnes colgaban de sus ganchos y los matarifes
Se vestían de oropel
Las tijeras permanecían junto a las navajas
Y las musas engalaron sus peinados
En medio del carnaval
La noche y sus luces de calles
Permanecen en el público que abarrota las esquinas
Y las filas de este teatro de cielo de estrellas
En el que despunta el amanecer
Mientras en una de las calles el marino ríe
Ante la sensacional alegoría simbólica
Que baña como olas la vida del puerto

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